Los principales objetivos de la educación infantil o preescolar son los
siguientes:
- La incentivación de la adecuada estructuración de los procesos cognitivos,
tales como el pensamiento, la comunicación verbal, extra verbal y los diferentes tipos de
expresión, así como el desarrollo de la imaginación creadora.
- Desarrollar a partir del componente lúdico, deportivo y cultural-artístico
valores éticos y emocionales a la par que evoluciona la motricidad.
- Favorecer la aparición de hábitos dirigidos a la socialización, teniendo en
cuenta la actividad grupal, los valores solidarios y los principios de colaboración colectiva desde
una perspectiva del cuidado del medio ambiente y el entorno. Establecer lazos de apoyo entre las
instituciones educativas y las redes de apoyo social del niño, sean los padres, cuidadores u otras
instituciones sociales.
- Evitar la exclusión promoviendo una educación inclusiva donde se vele por
tratar adecuadamente las desigualdades sean físicas, mentales, económicas o ambientales, poniendo
en práctica acciones y programas especiales con el apoyo de otras instancias sociales o
instituciones comunitarias.
Para el cumplimiento adecuado de los
objetivos de la educación infantil
es indispensable la buena aplicación de los roles de los participantes en el proceso educativo. La
interacción de los roles de los educadores y los educandos es la premisa fundamental para poder
desarrollar las funciones de ambos de manera eficiente. En estas edades, aunque el profesor y su
grupo son los protagonistas, los padres también juegan un papel importante a causa de la gran
dependencia de los niños de edad
preescolar,
por lo que un vínculo efectivo es vital en el proceso.
Rol del docente
El docente debe estar enfocado en el desarrollo integral del niño evitando a
toda costa dejar algo al azar, las
actividades
que se desarrollen deben ser planeadas y concienciadas. Evitar la improvisación, cada actividad
debe tener un fin educativo concreto que debe haber sido definido con anterioridad. Si bien los
niños deben percibir una dirección y autoridad por parte del docente, también hay que garantizar la
flexibilidad del proceso educativo, por lo que contar con alternativas para animar, motivar y
dinamizar el grupo es parte de la labor del docente.
En el trabajo educativo en estas edades donde el desarrollo integral y
consciente debe ser continuado, no alcanza con tener docentes bien preparados, la empatía y la
responsabilidad deben ir de la mano para ganar el respeto de los niños mediante una entrega total
derivada de la realización del trabajo pedagógico con placer.
La fundamentación metodológica debe ser siempre el punto de partida para el
desarrollo de cada sesión, basándose en todo momento en el programa educativo vigente específico
para el preescolar.
Es obligación del educador propiciar el aprendizaje vivencial, mediante
materiales y la participación de situaciones diversas, el desarrollo y estructura de los procesos
cognitivos del niño dependen de las experiencias que logre acumular en el proceso educativo.
Aunque el trabajo preescolar suele desarrollarse en grupos, el educador debe
tener conciencia de las individualidades y particularidades de cada niño. Estar al corriente de sus
necesidades concretas y no perder de vistas su expresión corporal, las respuestas y participación
así como los procesos atencionales, con la intención de poder redirigir y orientar a toda la clase
en función de la actividad, garantizando que todos tengan un adecuado aprovechamiento.
Los contenidos aprendidos de manera individual o en equipos deben replantearse y
reafirmarse, garantizando que el niño pueda aplicar en diversas situaciones y contextos los
conocimientos que ha interiorizado.
A partir de la obtención de su autoconciencia el niño en edad
preescolar
necesita cada vez desarrollar más su autonomía, por lo que las situaciones que ponen al niño en
posición de escoger o decidir son mucho más efectivas que las imposiciones.
Aportar aprendizajes significativos, es otro de los
objetivos
a tener en cuenta por el docente. A la par que recurre al juego, como actividad fundamental de la
etapa para apoyar la formación integral.
El docente debe velar para que en la institución docente el niño sea capaz de
compensar carencias que desde la comunidad o la familia estén afectando su desenvolvimiento, por lo
que la inserción social y de los padres en el proceso educativo es imprescindible.